Lo imprevisto
Señor, nunca me des lo que te pida.
Me encanta lo imprevisto, lo que baja
de tus rubias estrellas: que la vida me presente de golpe
la baraja contra que he de jugar.
Quiero el asombro de ir silencioso por mi calle oscura
sentir que me golpean en el hombro,
volverme, y ver la faz de la aventura.
Quiero ignorar de dónde y de qué modo encontraré la muerte.
Sorprendida sepa el alma a la vuelta de un recodo,
que un paso atrás, se le quedó la vida.
Conrado Nalé Roxlo
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