jueves, 29 de abril de 2010

La poesia

Antigua y solitaria
se abraza a mi.

A veces,
su presencia inquieta mis horas,
intento apresarla,
mas,
se evade.

No me dejo vencer por su artificio;
mas alla de sus contornos,
indago en sus silencios.
Docil,
acude a mi llamado.

Me quema con su aliento como una presa en celo;
lame mi memoria con un mimo,
me habita con asperas vocales.
una vez mas se aleja,
displicente.

Cuando ya no la pienso,
la presiento.
con su aroma se embriagan mis sentidos.

Al fin,
se entrega.
Extasiada, recorro su cuerpo cual amante,
arrullo sus caireles hasta adormilarlos,
y entonces,
se devela.

Y bendita
y redendora,
me libera.

Maria Rosa Obispo
24 de marzo de 2010

Lluvia


Minuciosa,
empapa nuestros cuerpos.
Metodica,
rocia el alma con sus hilos grises

Somos complices
de su lamento helado
que erosiona el alma,
que socava sueños,
que lava caricias...

En el cotidiano vivir nuestros rostros cambian.

Maria Rosa Obispo
24 de marzo de 2010