domingo, 15 de febrero de 2009

Dora Hoffmann

x

camino por una ciudad desconocida
quien soy

sino la desconocida que camina por la ciudad
aqui
bajo este cielo que sostengo a fuerza de mirar
ni un solo pensamiento me cerca
ni una sola voz me empuja
rodeándome

Ahora, nadie piensa en mi
suavemente
inclinándose bajo una lámpara
nadie me clava a la tierra
con la obstinación de su recuerdo
ni construye una casa para mi nombre
ni me lleva, minúscula, sentada en su memoria
ni me calienta al sol de su sangre
ni borronea mi jirón de sombra
mi rostro no cae por el silencio de nadie
todos pasan henchidos de ignorancia de mi
todos me disuelven minuciosamente
pero aún

soy un terco ejército de huesos
una arena ordenada
un hambre circular
Aún me alimento bajo mis párpados
y llevo a cuestas mi pedazo de existencia,
mi pan raído.

Dora Hoffman

Itinerarios repetidos

Fríos,

olvidados,

confundidos se agitan los rostros

en las calles mojadas de mi pueblo

Como piezas de un juego

un rostro dentro de otro,

encastrados.

Y yo los veo.

Minúsculos y absortos

Realidades transmutadas que se cruzan

Enjutos los hombros

enormes las pupilas.

Y yo los veo.

Y mi rostro se proyecta en esos rostros

y mi cuerpo se funde en esos cuerpos

y somos uno solo

Un mismo rostro, un misma cuerpo,

un mismo itinerario repetido.

y yo los veo

y me veo

Frío,

olvidado,

confundido...

María Rosa Obispo

sábado, 14 de febrero de 2009

Homenaje a mi padre


Como mi memoria,
serpentea el humo de las chimeneas
en el caserío de aquel pueblo mío.
Montado en su antigua bicicleta corroída,
envuelto en una capa tosca y fría,
él desplaza su monumental figura.
¡Cartero!
Gime la cadena en cada pedaleo.
Su canción hecha silbido,
arremete contra el fango del invierno.
Se encorva su figura por el peso
atesodorado en su valija.
¡Carteeero!
Su monótono anuncio no distingue
la noticia alborozada o la voz
de la muerte en cada línea.
Su nariz aguileña y pronunciada,
deja atrás unos ojos oscuros,
desafiantes, casi.
Tiene la piel endurecida de tanto y tanto
trajinar con su valija.
¡Carteeero!
Quedan a un costado de la puerta,
sus negras y enfangadas botas
Ella le acerca un café caliente.
El inclina su hombre hacia un costado
Descuelga la valija, ahora más liviana.
Se acerca...
Me impregna de frío la mejilla
Y en un abrazo largo
lo arropo con ternura.
Montado en su antigua bicicleta corroída
mi padre recorre las calles
agitadas de este pueblo mío.
¡Carteeero!
María Rosa Obispo

Despojos


Sobrevivo en el tiempo
despojado de sueños.

devorando distancias
se han marchado lejos...
y esos mismos sueños
beben de otras aguas
surcan otros cielos

intento el rescate,
irrumpo en su exilio,
esfumo nostalgias,
abrevio la ausencia
no vuelven
no vuelven...

Sobrevivo en el tiempo
despojado de sueños...

María Rosa -noviembre de 2004-

El Amor-Ricardo Neftalí Reyes, alias "Pablo Neruda"




Pequeña rosa, rosa pequeña, a veces, diminuta y desnuda,


parece que en una mano mía cabes,

que así voy a cerrarte y a llevarte a mi boca,

pero de pronto mis pies tocan tus pies y mi boca tus labios,

has crecido, suben tus hombros como dos colinas,

tus pechos se pasean por mi pecho,

mi brazo alcanza apenas a rodear la delgada línea

de luna nueva que tiene tu cintura:

en el amor como agua de mar te has desatado:

mido apenas los ojos

más extensos del cielo y

me inclino a tu boca para besar la tierra.

viernes, 13 de febrero de 2009

¿Han visto los girasoles?

Tal cual los girasoles, nuestro cuerpo físico también necesita de la luz y del calor solar, de la lluvia y de la brisa, para mantenernos vivos. Pero, no es sólo es el cuerpo el que necesita de cuidados para proseguir firme. El espíritu, igualmente necesita de la luz divina para mantener encendida la llama de la esperanza. Precisa del calor del afecto, de la brisa de la amistad, de la lluvia de bendiciones que viene desde lo alto.

La foto es mía. El poema de Jorge Luis Borges. Osada combinación. Pero bueno, en este caso, la belleza del poema inspiró a la foto.



Campos atardecidos
El poniente de pie como un Arcángel tiranizó el camino.
La soledad poblada como un sueño se ha remansado alrededor del pueblo.
Los cencerros recogen la tristeza dispersa de la tarde.
La luna nueva es una vocecita desde el cielo.
Según va anocheciendo vuelve a ser campo el pueblo.
El poniente que no se cicatriza aún le duele a la tarde.
Los trémulos colores se guarecenen las entrañas de las cosas.
En el dormitorio vacío
la noche cerrará los espejos.
Jorge Luis Borges Fervor de Buenos Aires (1923)

(Paseo del Estudiante año 1970) Sólo han transcurrido 39 años...

Sí. A pesar de que" sólo han transcurrido 39 años" la promoción 1972 de bachilleres en letras de Villa Malvina siempre encuentra un pretexto para reunirse. El 11 de febrero de 2009 nos encontramos en la casa de Stella Lopez Squeff, "la turca". Amiga que nos abre siempre su casa y su corazón.
¡Gracias chicas por mantener siempre viva la llama de la amistad!
Y por sobre todo...¡ por reirnos tanto! (de nosotras mismas, ja)

lunes, 9 de febrero de 2009

Artículo publicado como columnista invitada en el Diario El Argentino

Diario EL ARGENTINO. Gualeguaychu, Entre Ríos. 07/02/2009

Colaboración

¿Quién dijo que todo está perdido?
Por María Rosa Obispo Ledri (*)

Es domingo.
Despunta el sol y la ciudad se despereza somnolienta.
El viento acaricia la mañana fragante. Hay alboroto de gorriones entre las hojas tiernas de septiembre de 2008.Recorro las calles. De pronto encendidas, inmóviles; de pronto fatigadas, extrañas.
En una esquina, hay un canto roto de pájaro.¿Puedo ayudarte?, le pregunto. Su vestido de vivos colores se opaca desprolijo en el cordón de la vereda. Sus ojos claros me miran sin verme. Los empaña una nube transparente. Me acerco a ella. Y mis sentimientos se mezclan: compasión, misericordia de mamá…, impotencia.No me contesta. Yo soy una extraña para ella. El mundo es un extraño para ella. Sólo atina a doblar su cuerpo, hacerse un ovilito, y quedar ahí… esperando quién sabe qué.
Sigo mi camino y ya no soy la misma. Pienso en los jóvenes, en esos jóvenes con el canto roto esperando a que nosotros despertemos. Despertemos de este letargo fácil, de esta cobarde indiferencia, de este ancestral “no te metas”.Esperan a que despertemos.Ha llegado la hora de entonar el “mea culpa”.
“Tenemos la obligación de primear a la muerte. Podemos hacerlo”. Dos palabras me impactaron de ese documento, que casi como un desesperado pedido de ayuda escribió nuestro obispo Jorge Eduardo Lozano: Despenalizar ¿cura o mata?Me movilizaron dos palabras: “obligación y podemos”.
Como mujer, como mamá, me pregunté: ¿dónde nos ha llevado el ser tan permisivos, tan intolerantes. Dónde nos ha llevado el no tener límites, ni los valores claros? Qué es lo que hemos transmitido. O acaso ha sido nuestra “ausencia”, la que ha calado tan hondo…
Desde mi condición de ciudadana con vocación de servicio, tengo la obligación de compartir con el lector algunas inquietudes con respecto al flagelo de la droga.Flagelo (del latín flagellum) “Instrumento para azotar” dice el diccionario de la Real Academia Española, entre otras acepciones. La droga, el alcohol, son los instrumentos que nos están azotando. Que nos están lastimando. Que nos están llevando a un mundo abandonado, displicente. A un mundo instantáneo y efímero.No dejemos que esto ocurra, comprometámonos. Con nosotros mismos, con nuestros semejantes.Podemos cambiar nuestras actitudes.Es verdad que el adicto es un enfermo. Pero para casi todas las enfermedades existe un antígeno. Y el antígeno que puede generar los anticuerpos para combatir a la drogadicción es el interés por nuestros jóvenes. Es ocuparnos de ellos. Es que vuelvan a descubrir su capacidad de asombro.Quitémosle clientela a ese negocio inmundo de la droga. Hablemos con nuestros hijos, puede ser un trabajo de hormiga pero es el más viable. Eduquémonos en el diálogo, como antes. Escuchemos a nuestros mayores como palabra “autorizada”. Porque así son, mayores de otra generación, que no fue, para nada, peor que la nuestra.El desinteresado interés por el otro es un buen mecanismo de defensa contra ese flagelo que mata. Para nosotros y para ellos.
Su lugar de pertenencia debe volver a ser un mundo de valores, de trabajo, de amistad, de familia, de conciencia, de sensibilidad. No un mundo de apariencias ni de un malsano consumismo.Que nuestro cálido aliento hacia los jóvenes sea un abrazo enorme que sobrepase a esta problemática digitada sin escrúpulos.La droga es un camino hacia la muerte, y a “esa” muerte tenemos la obligación de “primerearla”.No estigmaticemos a la generación que será nuestro futuro.
Tenemos la obligación, podemos hacerlo.Hay un considerable segmento de jóvenes que desarrollan su vida en una libertad responsable, con sana alegría y proyectos dignos.Tengo la esperanza (no se puede vivir sin ella) de que en una mañana –quiera Dios no tan lejana- encuentre a esa niña que tanto me conmovió aquel domingo de septiembre, diciéndome:-Sabe, no me llevó a nada el ambiente hedonista y consumista en que vivía. Fue el afecto de mi familia y de la sociedad lo que me rescató. La contención de los que me quieren bien. Hoy estoy aquí, de pie. “¿Quién le dijo que todo está perdido?... Yo vengo a ofrecer mi corazón”.

(*) María Rosa Obispo Ledri es profesora en Ciencias Naturales.

lunes, 2 de febrero de 2009

El que se va

¿ El que se va se lleva en la memoria, su modo de ser río, de ser aire, de ser adios y nunca?
¿ El que se va se lleva en la memoria una escena, un retazo de escenario, un personaje; su modo de ser río, de ser aire ?
¿El que se va se lleva en la memoria los amores secretos, la luz de una fogata, una máscara que llora, otra máscara que ríe; su modo de ser adios y nunca?
María Rosa- septiembre de 2007-

Cachi, Provincia de Salta, Argentina














Cachi se encuentra a 2280mts. sobre el nivel del mar y 157 km.de la ciudad de Salta.

Cachi: quiere decir, etimológicamente, "sal"en quechua.

Rodeado de cerros y montañas, el poblado de Cachi se alza pintoresco y tradicional al oeste de los Valles Calchaquíes de Salta, conservando un estilo colonial que se entremezcla con un primitivo legado diaguita e incaico.

Cachi guarda entre sus calles empedradas casitas de adobe y piedra que conviven con llamativas obras arquitectónicas, sin perder su atractivo. Una blancura deslumbrante permanece sobre el pueblo como reminiscencia imbatible de la nieve que suele ocupar la cima de las serranías.

Le doy gracias a Dios, el haber tenido el privilegio de conocer Cachi.

Antimateria-Dora Hoffmann - del libro Los habitantes de la memoria -


Alguien me busca.
Alguien me piensa.
Alguien sostiene así la mano.
Alguien urde palabras.
Alguien, del otro lado
como yo
aguarda.
Alguien, con cada paso que doy
se acerca.
Es largo el día
pero una vez vendrá la noche.
Allí nos encontraremos.
Eso será morir. Reconocerse.
Mirarse el rostro por primera vez.
(Homenaje al abuelo Ledri)

Cielos



Lejos...


embarcamos la mente en el infinito


cielo arriba.





Los barcos


señalan el lugar de otro cielo


mar abajo.





Hay un modo:

confundirse.


El capitán equivocó el día

otro es el barco.


... y uno sabe adonde ir

aún sabe cual es el mar azul.


María Rosa- mayo de 200-

Somos las primas "artistas" Ledri.



-Y sí, lo traemos en la sangre, vio.

-Despedimos el año con todo, eh.

- Marta, ¡Marta que escriba el guión!

- Sí, sí. Stella es el forastero. Nina, Cristina y Elena las bailarinas del "saloon". Laura "Pecosbill", María Rosa, la "madame".

-¡Y que nos acompañen Rogelio y Agustina !

-Pero hay que alquilar los trajes. ¡Este año no dejamos nada librado al azar!

(y así despedimos el 2007 y recibimos el 2008)

Borges...


Aún sigo buscando esa palabra...


la busco en el empedrado de la calle vieja,


en el solitario café de un día quieto...




Una palabra única que devele


el infinito placer de tus paréntesis...


una palabra redentora, que musite


que no soy un sueño que tú sueñas...


Una palabra silenciosa, que acaricie


el opaco reflejo de tu espejo...


Una palabra honda, que libere


la razón de tus dudas repetidas...


Una palabra encendida, que descubra tu mirada.


La mirada que no mira...


Una palabra luminosa, que recorra el misterioso


laberinto de tus lunas...




Aún sigo buscando esa palabra...


La busco en el empedrado de la calle vieja,


en el solitario café de un día quieto...


María Rosa- noviembre de 2002-














Evocación (Mención en el Segundo Certamen Provincial de Poesía "Homenaje a Dora Buschiazzo de Hoffman 2005"



Algunas veces,
sólo algunas…
la mente anegada de niebla
evoca las tardes
de mi infancia.
Allá lejos,
sombras grises.
Un largo pasillo.
Las puertas, cerradas;
el húmedo patio de ladrillo
y los naranjos...

El eterno tic tac,
imperturbable.
Y los rieles que arden,
infinitos…
me traen la añorada
palabra
y la parca caricia
que no llega…
Algunas veces,
sólo algunas,
la mente anegada de niebla
evoca las tardes
de mi infancia.

María Rosa-mayo de 2005-

Fotografías

"Llego a mi centro, a mi álgebra y mi clave, a mi espejo.
Pronto sabré quien soy."
Jorge Luis Borges







Escalo los espejos
que penden de lo alto.
Empañados devuelven,
(con voces silenciosas)
bocetos de mis lunas,
fragmentos de mis soles.

Un espejo es la cara
lejana del abuelo,
con su mirada clara
y su sabia palabra.
Otro espejo delata
la infancia alborozada,
asida de una mano
con sueños en las alas...
Un tercero inculpa
la sangre vanidosa,
la risotada al viento,
el sol, la blanca arena,
la cintura ataviada
por dos brazos morenos...

Y el último descubre
mi náufraga memoria,
desvelos en el rostro,
un devenir de cielos;
... el último descubre
la tenue luz que escapa,
(inevitablemente)
por mi verde ventana.
María Rosa-julio de 2005-

domingo, 1 de febrero de 2009

Poema Elegía

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernandez (10 de enero de 1936)

Trenes

Trenes que parten de la nada.
Trenes que transitan sobre rieles,
sobre los rieles sinuosos de la tierra.
Trenes que señalan los caminos,
los secretos caminos del exilio.
Trenes que libran en silencio
osadas batallas…





Trenes hurgando en las ausencias.
Trenes grises y naranjas.
Trenes que liberan las mudanzas
gestadas hace siglos.

Trenes.
Los trenes…
Yo busco los trenes que toquen mi infancia
con canciones de plata.
Yo busco los trenes que rocen
mis llanuras y mis bosques.
Yo busco los trenes que embarquen
mis idilios fecundos con la vida.

Los trenes…
Los trenes de un tiempo redimido.
Trenes grises y naranjas.
Hurgando en las ausencias.
Liberando mudanzas…


que encontraré esos trenes…
María Rosa

La amiga que vendrá




Mientras te espero,
amiga,
me bebo en un segundo
el tiempo abandonado.
Esfumo sombras…
Rescato campanas contra el viento,
y olvidos que custodian mi frontera.

Mientras te espero,
amiga,
escurro esta memoria adormilada,
y apaciguo la sed de los recuerdos…

Mientras te espero,
amiga,
Desando puentes y más puentes
y revivo primaveras en mi alcoba.
Cobijo con ternura los días insondables
de aquel prestado enero.

Mientras te espero,
amiga,
invento pájaros dorados en mi almohada.
Sorprendo amaneceres ya perdidos,
y enciendo palabras que se apagan…

Mientras te espero,
amiga,
escribo versos alados que pretenden,
ser poema.
María Rosa

Mis niños-hombres: Emiliano y Juan Pablo Tommasi Obispo

Niño-Hombre

Acaso he escrito tu historia
antes que nadie.
En desnudas madrugadas
y ocasos de nostalgia,
con los pechos turgentes
y la piel suave,

he escrito tu destino
desde el vientre.

En renglones difusos veo al niño.
Al niño pequeño que camina
con pasos vacilantes,
y sin fronteras,
hacia el largo camino de la vida.
Repetidos abrazos lo despiden.
Y quedan despojados de aquel niño
que ahora lucha por ser hombre.

Ahora vuelve el niño y yo lo veo.
Ya no es el paso pequeño y vacilante
el que regresa.
Ahora vuelve el niño y yo lo veo.
Con su paso seguro. Hecho un hombre.

Aquella que trazara ayer tu historia,
con brotes lozanos y repentinos trinos,
tampoco hoy es la misma.
Hay espera y desvelo en su mirada,
... y aún te nombra:
-- Vienes a mí, como hace tiempo.
Ven, siéntate en mi falda.
Como entonces, Niño-Hombre,
yo te acuno…

María Rosa



Lo imprevisto




Señor, nunca me des lo que te pida.


Me encanta lo imprevisto, lo que baja


de tus rubias estrellas: que la vida me presente de golpe


la baraja contra que he de jugar.


Quiero el asombro de ir silencioso por mi calle oscura


sentir que me golpean en el hombro,


volverme, y ver la faz de la aventura.


Quiero ignorar de dónde y de qué modo encontraré la muerte.


Sorprendida sepa el alma a la vuelta de un recodo,


que un paso atrás, se le quedó la vida.


Conrado Nalé Roxlo

Destinos (Publicado en el nº 77 de la Revista Gente de Letras)


¿dónde está la memoria de los días
que fueron tuyos en la tierra,
y tejieron dicha y dolor y fueron para tí el universo?
J.L.Borges


Buscaban un lugar nuevo para aquellos sueños viejos.
En esa mañana soleada el traqueteo del tren sacudía sus cuerpos suavemente. La mujer contaba las estaciones. Sabía que faltaban exactamente tres, y que allí encontrarían sus nuevos destinos.
En realidad, él lo encontraría.
Impulsados por los rieles, ensimismados en su interior, arrastraban el paisaje con los ojos, que se les manifestaba, ahora, invadido por las aguas; ahora, desolado. Unas matas ralas, cientos de camalotes reverdecidos, algunos árboles que aún defendían sus copas teñidas de ocre; animales que flotaban inertes, a punto de reventar; esas eran las imágenes.
Y ella, responsabilizando al agua.
El agua, mirá el agua, es como si hiciera que el campo se hinchara, arremete, arremete y no da tregua. Nos ahoga, implacable, y se hace dueña de todo. El agua que parece no tener límites, ¿verdad?
Él no contestó. La ansiedad se reflejaba solo en su ávida mirada hacia delante.
Era evidente que uno de ellos estaba deseoso de llegar. Pero que el otro, no.
Me gusta el color de esos árboles, alcanzó a decir ella. El ocre me hace acordar al otoño en las veredas de mi barrio.
Más allá, las vacas que habían corrido mejor suerte, se apretujaban en un retazo de tierra firme circundadas por un alambrado eléctrico. Al hombre, menos melancólico que la mujer, le interesaba solo esa imagen.
Jiménez quiso comprar por monedas esa tropa. ¡Aprovechador! Menos mal que algunos no se la vendieron. Hicieron bien, afirmó el hombre, ¡no se regatea así el infortunio ajeno!
Adormilada ella y recordando quién sabe cuantos lindos momentos; expectante y ambicioso él, pronto llegarían a destino.
El tren aminoró la marcha. El ruido insidioso y metódico anunció que la tercera estación había llegado.
Él encontrará allí, en San Pedro, un lugar para comenzar su nuevo trabajo. Quizás pueda ahí, desplegar su ambición, sus ansias de poder.
No quiero, no quiero que se quede aquí, pero no puedo retenerlo; no debo, es su pensamiento.
En cierta medida se siente cómplice de aquella huida, de aquel (lo sabe bien) despecho con la vida.
El hombre baja del tren. Apenas un bolso y miles de propósitos.
En el andén, otros son los rostros. En la ciudad, otras son las calles. Entonces lo invade esa extraña sensación de nombrar las cosas por primera vez.
Ella, sola y de regreso, es otra también; otros serán sus días y otro será su universo.
María Rosa-junio de 2006-

Testamento ológrafo

Mi legado

Inicio el viaje.
Desposeída ya de palabras y de sueños,
dejo mis huellas…
Algunas,
tumultuosas e inconscientes.
Muchas,
despeñadas, húmedas…
Y unas pocas,
luminosas y fecundas.

Dejo mis huellas…
Una paciente biblioteca, erguida y silenciosa;
un ropaje de flores peregrinas;
Un secreto álbum fotográfico
-que ya no lo será tanto-
Unas escasas monedas, atesoradas
entre crepúsculos inciertos;
Un rosario de cuentas redentoras…

Dejo mis huellas…
Sólo me aferro a una de ellas.
Y es a mis versos garabateados
en noches desveladas:
“…un retazo de verde,
de todos los matices…
yo quisiera…
un rumor de olas en la tarde.
Un cielo azul,
salpicado de plata…
Racimos maduros que pendan de mi pelo…
yo quisiera…”

Dejo mis huellas, hijos míos.
Ese es mi legado.
Sólo unas pocas líneas inconclusas,
serán el equipaje de mi viaje.

María Rosa-noviembre de 2008-

Ella tuvo la culpa...

Ella tuvo la culpa, señor jefe. Yo había leído lo que Mahoma decía: “no hay gota en los mares, ni fruto en los árboles, ni planta en la tierra que no tenga en cada semilla un ángel que cuide de ella”. Y le digo la verdad, señor jefe, ¡hacía tanto que esperaba a un ángel…!
Y mi ángel llegó por fin. En forma de mujer. Espigada y joven. Fue como un flechazo. Con sus ensortijados rulos y su sonrisa luminosa y plena. La recuerdo en aquella mañana con su vestido verde y su sombrero blanco, con un ramillete multicolor en el costado. ¡Cómo olvidarme de ella si me sacó del letargo en que estaba sumergido…!
Ya no más desgano, ni más tristeza, señor jefe. Ya no más trajes oscuros, ni rostros ensombrecidos. Yo, que lo único que hacía era ir de mi casa al trabajo, y del trabajo a mi casa, renací, señor jefe.
Le aseguro que me contagió su alegría y me llevó por mágicos e insospechados senderos. Fue como que, por decreto, ella me impusiera: “Florecimiento y Efervescencia”. Ese florecimiento y esa efervescencia que yo, por mis propios medios, no podía conseguir.
Y fue así que, sin poder detenernos ni separarnos, fuimos uno sólo. Tomamos la ruta de los pájaros y nos entremezclamos con florecidas plantas y con reverdecidos árboles.
Pero, señor jefe, dicen siempre que la felicidad no es completa. Una extraña picazón nasal y un lagrimeo constante de mis ojos comenzaron a apoderarse de mí. Ya no fueron posibles las idas a la montaña o al campo.
Me diagnosticaron: alergia. ¡Alergia al polen!
Justo a mí. ¡Tanto que la había esperado!, y tener que alejarme de ella, señor jefe. De ella y de ese maldito polvillo…
Mi casa volvió a ser mi refugio. No pude ya ni salir a la calle, y ni siquiera pude venir a trabajar, señor jefe.

¿Ha escuchado hablar de Perséfone, señor jefe? Bueno. Ella fue la culpable. Sí. Perséfone, ¡la tan esperada y bendita primavera!
Para mí se transformó en la más bella y traicionera estación del año.
Ella tuvo la culpa, señor jefe.
María Rosa-septiembre de 2008-