Tal cual los girasoles, nuestro cuerpo físico también necesita de la luz y del calor solar, de la lluvia y de la brisa, para mantenernos vivos. Pero, no es sólo es el cuerpo el que necesita de cuidados para proseguir firme. El espíritu, igualmente necesita de la luz divina para mantener encendida la llama de la esperanza. Precisa del calor del afecto, de la brisa de la amistad, de la lluvia de bendiciones que viene desde lo alto.
viernes, 13 de febrero de 2009
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