lunes, 8 de febrero de 2010

Rescate



Ahí estabas,
en el umbral de mi tristeza.
Con los ojos ávidos.
Con tu piel surcada de caminos.
Ahí estabas,
con un casto corazón
cargado de sueños y de olvidos.
Estabas ahí,
sin máscaras inútiles,
y con tu cruda verdad sin retaceos.
Ahí estabas,
en el umbral de mi tristeza.
Como un equilibrista habías llegado
por mi tortuoso hilo que,
a punto de cortarse,
te descubre.
Alto y sereno,
en el umbral de mi tarde oscurecida.
Ahí estabas.
Para colmarme de luz.
Para habitarme toda.
Para rescatar mi sonrisa en las heridas.

María Rosa Obispo
8 de febrero de 2010

No hay comentarios: