Ténue rey, sesgo alfil,
encarnizada reina,
torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco
del camino
buscan y libran
su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador
gobierna su destino,
no saben que un rigor
adamantino
sujeta su albedrío
y su jornada.
También el jugador
es prisionero
(la sentencia es de Omar)
de otro tablero
de negras noches
y blancos días.
Dios mueve al jugador,
y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios
la trama empieza
de polvo y tiempo
y sueño y agonías?
JORGE LUIS BORGES
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